Ángela Salinas Barrera: Una trayectoria marcada por el amor por la ingeniería y la gratitud por la vida
En una conversación con Ángela Salinas Barrera, ingeniera civil y destacada docente de la Universidad del Bío-Bío (UBB), nos adentramos en su fascinante trayectoria profesional y personal.
Desde sus experiencias en la infancia hasta los desafíos enfrentados en su carrera, Ángela nos comparte su visión sobre el trabajo, el crecimiento personal y la importancia de la gratitud, inspirándonos a abrazar los desafíos, aprender de las experiencias y valorar las conexiones humanas en nuestro camino hacia el éxito y la felicidad.
¿Cuéntanos un poco sobre tus orígenes y cómo se introdujo en el mundo de la ingeniería?
Nací en Melipilla, pero pasé la mayor parte de mi infancia en San Felipe, cerca del río Aconcagua. Mis padres fueron figuras influyentes en mi vida: mi padre trabajó en Impuestos Internos y mi madre fue profesora. Mi educación se vio afectada por los constantes cambios de ciudad de mis papás, pero terminé mis estudios en el Liceo de Niñas de San Bernardo.
Después de rendir la Prueba de Aptitud Académica, ingresé a la Universidad de Chile para estudiar Ingeniería Civil. Egresé en 1979, aunque obtuve mi título en junio de 1982 debido a mi trabajo a tiempo parcial, que resultó ser a tiempo completo. También trabajé como Profesora Auxiliar en la Facultad de Ingeniería de la Universidad de Chile hasta 1987.
¿Qué la llevó a especializarte en construcción y estructuras?
Después de enfrentar una crisis laboral en 1982, trabajé en diversos proyectos, como el cálculo de galpones y ampliaciones. Luego, en 1985, comencé a trabajar en una empresa constructora en Santiago, donde aprendí sobre trámites municipales, impuestos, redacción de escrituras y más. En 1987, pasé a trabajar en una oficina de ingeniería, donde adquirí conocimientos sobre cálculos y construcción de elementos estructurales prefabricados.
En 1989, tuve la oportunidad de trabajar en el terreno, específicamente en el cajón del río Colorado, en la cordillera de los Andes, en la construcción de la Central Hidroeléctrica Alfalfal. A partir de entonces y hasta 1998, mi carrera se centró en proyectos para la industria minera.
¿Cómo llega a la docencia?
A fines de 1998, vi un anuncio de trabajo a tiempo completo en la Escuela de Ingeniería Civil de la Universidad del Bío-Bío en el diario El Mercurio. Presenté mis antecedentes y, en enero de 1999, fui convocada a una entrevista y luego contratada en febrero. Me establecí en Concepción y desde entonces he permanecido aquí.
Además de impartir diferentes asignaturas en la carrera de Ingeniería Civil, he participado en proyectos interdisciplinarios, integrando arquitectura, diseño y construcción. También desempeñé roles como Representante al Consejo de la Facultad, Directora de Carrera y Directora de Departamento de manera interina.
Mencionó la importancia de la parte humana en su vida en la UBB. ¿Podrías ampliar eso?
En mi experiencia en la UBB, he tenido el privilegio de conocer a personas diversas y maravillosas, especialmente a mis estudiantes, quienes han contribuido al desarrollo de mi personalidad y bienestar.
Agradezco profundamente a la vida por permitirme trabajar en lo que más me gusta, superando obstáculos y saliendo fortalecida siempre.
Mi padre, un gran amante de la vida, me inculcó una mentalidad de agradecimiento y perseverancia. Su frase "Vamos para adelante que para atrás no cunde", siempre ha resonado en mí.
A medida que cierra un ciclo y comienza uno nuevo, ¿qué espera para el futuro?
Miro hacia adelante con alegría, abrazando nuevos desafíos y cambios diarios. Tengo el apoyo de mi familia, mis hermanos: Ximena y Juan Pablo, ambos ingenieros civiles, junto con mis sobrinos y sobrinas, y por supuesto, mi querido perro, Pattson.
Por todo lo anterior, agradezco lo que he tenido y afronto el futuro con gratitud y entusiasmo.